domingo, 21 de octubre de 2018

Comunicación, educación e identidad… ¡todo lo que necesitamos!


Cuando hablamos de cómo construir el éxito en nuestras vidas, estamos hablando del más hermoso, poderoso y auténtico acto de comunicar.
Durante 18 años de carrera en distintas áreas de la comunicación, de los cuales, aproximadamente ocho he dedicado a la enseñanza de la educación superior, he podido comprobar cómo la comunicación ha transformado mi vida y la de cada persona que logro impactar a través de talleres, clases o asesorías, guiándolas en el proceso de descubrir que todo empieza por la capacidad de comunicarnos bien.
Veinte años después confirmo que todo se reduce a poner en primer lugar la comunicación intrapersonal, el dialogo interno, la escucha del grito “nietszcheneano” que todos de seguro alguna vez hemos escuchado. Todo se reduce a definir comunicación como la capacidad de poner en común y construir una nueva realidad.
Confieso que fue esta lección la aprendí cuando decidí pararme a simplemente observar el proceso de la comunicación y su impacto en las personas. La aprendí recientemente al compartir con estudiantes universitarios de la escuela de periodismo de Biola University, en California, Estados Unidos, donde participé como profesora invitada a la clase de “Comunicación, cultura e identidad”. 
Lograr captar en la mayoría de esos jóvenes esa mirada diferente, que reflejaba una realidad perturbadora al ni siquiera poder describir su identidad, me confirmaba que no estaba alejada de la realidad que me lleva a la reflexión permanente.
Escuchar los sentimientos de exclusión en un entorno cuyo perfil es de inclusión, define gráficamente el cambio o dinámica social que impacta la cotidianidad mundial.
Son realidades atrapadas en el complejo mundo de la globalización en el que vivimos. Son miradas que, aunque se muestren abiertas a la infinidad de posibilidades comunicativas, icónicas, literarias, económicas y hasta políticas, están cargadas de barreras que impiden la adaptación a ese cambio constante que exige adaptarse a los nuevos entornos interculturales. Son miradas de futuros comunicadores que necesitan encontrarse para poder ser transmisores de su cultura, la cual forma parte de esa identidad, que desconocen.
Si reconocemos que lo cultural es aquello que cada persona es y se manifiesta en las interacciones con los otros, en la comunicación con otros, entonces serán la educación y la comunicación intercultural, las dimensiones que nos permitirán la reflexión permanente que nos convertirá en protagonistas del cambio que necesitamos.
En tanto la comunicación y educación en valores es responsabilidad de toda la sociedad, entendiendo que atañe a los medios, colegios, organizaciones, jóvenes, adultos, políticos, es decir, a la sociedad en su conjunto. Ese es el gran desafío.










"Quien llegue a comprender verdaderamente que su visión de mundo es una construcción, sería en primer lugar una persona verdaderamente libre, porque él sabría que podría cambiar su construcción, su visión de mundo en cualquier momento. En segundo lugar, sería una persona verdaderamente responsable, quien se sabe de ser el constructor, el arquitecto, de su propia realidad por supuesto no puede excusarse, no puede acusar a otras personas de ciertas cosas".

Paul Watzlawick