La media noche del viernes 20 de julio, en la sala de cine Century 16 de Aurora, Colorado, Estados Unidos, la realidad superó la ficción cuando durante el estreno de la tan esperada cinta The Dark Knight Rises (El caballero de la noche asciende), un joven de 24 años personificó al villano “Guasón” y asesinó a doce personas e hirió a más de cincuenta de acuerdo a los reportes policiales.
Quienes lograron salir con vida de tan aterrador estreno, además de tener en común la angustia y el trauma a la hora de narrar lo ocurrido, coinciden en la percepción de seguridad que sintieron al pensar que la aparición de James Holmes, disfrazado del Guasón apuntándoles con varias armas, formaba parte del film.
Quien recuerde Columbine (1999), Virginia Tech (2007), Gaby Giffords (2011), entre otras, de seguro se estará preguntando: ¿Cuántas más tienen que pasar para parar?
Cada una más sub real que la otra, tanto que de todas se ha producido un film cinematográfico o documental.
En esta ocasión el manejo medial que le dieron las cadenas de noticia fue el acostumbrado: transmisión sostenida, investigación de antecedentes del homicida, entrevistas a expertos, la primicia por conseguir la declaración de los testigos y el seguimiento del estado de las víctimas.
Sin embargo el enfoque sociológico desde la influencia del cine en la configuración de la sociedad fue por decir lo menos superficial.
Hasta ahora sólo se ha visto el eterno, válido y poco profundo debate sobre la fácil compra de armas en los Estados Unidos, la necesidad de regulaciones más severas, y la estrategia que han utilizado desde el presidente Barack Obama hasta el principal rival de las primarias Mitt Romny , para referirse desde un marco de sentido “profundo” a la supuesta causa del problema.
Pero paralelo a esta realidad, lo ocurrido en Aurora obliga a relacionar el contexto en el que ocurrieron los hechos.
Esta vez se trata de un atacante que recreó “una escena del segundo film de la trilogía de Nolan, El caballero de la noche, en la que el Guasón, interpretado por Health Ledger, destruye un hospital”. www.elintransigente.com/notas/2012/7/20/denver-mientras-matab
Este elemento, en el estudio de la argumentación, se denomina motivo asociado, y en los hechos de esa noche, es más que un elemento diferenciador de esta masacre a las ocurridas anteriormente en Estados Unidos, y por ende, revelador de la influencia o efecto que está causando el séptimo arte en la sociedad mundial.
Cuando la ficción pasa a ser realidad, como es el caso de Aurora desde el enfoque sociológico, pudiéramos estar ante varias situaciones.
La primera es la que denominan relación causal cuyo efecto en el comportamiento del individuo es dañino al motivar la destrucción, es decir, se tiende a crear y recrear lo visto en un film. Solo hay que recordar a Holms disfrazado del Guasón, repitiendo la frase de la escena que recrea del segundo film del caballero de la noche.
Otros autores, en cambio, lo relacionan con el efecto configurador de identidades culturales.
En esta segunda relación –causa efecto- se encuentran aquellas que toman en cuenta la dimensión psicológica de la experiencia cinematográfica, es decir, en el caso puntual de la sociedad norteamericana el cine rescata y potencia al mismo tiempo, el alto nivel de tolerancia a la violencia y autodefensa amparado incluso en sus leyes.
Investigaciones sociológicas sustentadas en encuestas como la realizada por Pew Resarch Center revelaron que después de la matanza en Denver, Colorado, el 67% de los adultos norteamericanos afirmó que los casos de “asesinatos múltiples” son simples actos aislados de individuos con problemas.
Precisamente éste es uno de los argumentos que potencian quienes, o bien, quieren seguir en el lucrativo negocio de la venta de armas sin regular, o de quienes, simplemente prefieren ignorar el poder salvaje de los medios de comunicación en nuestra sociedad.
Tanto el cine, que es el caso que nos ocupa, como cualquier otro medio de comunicación, tiene un poder más allá del simple reflejo de la realidad, ahora la configura.
Cuando vemos todos los hechos de esa terrible noche, podemos contemplar en el análisis otro efecto configurativo poco estudiado, la audiencia pasiva o víctima.
Muchos de los asistentes esa noche, coincidieron en que no reaccionaron a tiempo porque pensaron que el personaje –Holms disfrazado del Guasón-, las armas, los disparos, el humo, formaban parte de la trama.
Este efecto colectivo centrado en las victimas tiene el mismo nivel de importancia que el individual centrado en el atacante cuando miramos desde una perspectiva sociológica responsable. El cine ha configurado una audiencia pasiva y ahora confundida, acostumbrada a la guerra vista desde la comodidad del hogar, la sala cine, etc.
Dos caras de una misma moneda, producto de una realidad controvertible, que muy bien rescata el resultado de la encuesta de Pew Resarch Center, cuando nos dice todavía hay un 24% restante de los norteamericanos afirmando que hechos como los de Aurora reflejan “problemas mayores de la sociedad norteamericana”.
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