La ciudad de la alegría
Dominique Lapierre
La humanidad en su máxima expresión, así resumo “La ciudad de la alegría”, una obra que me tomó de la mano y me llevó a un viaje inolvidable, aleccionador y lleno de reflexiones.
Confieso que cuando leí el título del libro me imaginé otra trama más de fantasía que de realidad, más de alegría que de tristeza, más de aventura que de sobre vivencia, más de religiosidad que de espiritualidad. Pero poco a poco mientras esas expectativas se iban transformando yo iba enganchando cada vez más en la historia de un país lleno de contrastes, no solo por los colores de una cultura milenaria que proyecta riqueza, abundancia y poder, que divide claramente entre los afortunados y desafortunados de una sociedad excluyente, sino por la pureza de una humanidad que a pesar de vivir la más subreal pobreza, la mueve la esperanza, los sueños, la fe.
En esta obra Dominique Lapierre, plasma magistralmente la pobreza, la corrupción y el abandono de un país tan rico como la India. Pero también plasma como la solidaridad y la fe pudo mover a la acción, seres que no necesariamente eran nativos de ese hermoso país, como el padre Lambert y el Dr. Max Loab, la madre Teresa de Calcuta, entre otros, que de seguro desde el anonimato sigue apoyando a esa humanidad que agradece cada minuto de bendición y vive con optimismo de mejores días.
Confieso que muchas veces entré en estados de desánimo y hasta desilusión porque no lograba entender la realidad que tenía que enfrentar tanta gente inocente, que solo querían salir adelante y trabajar la tierra. No entendía porque un Dios o sus muchos dioses desprotegían a una humanidad que los amaba, los adoraban, eran capaces de dejar de comer por su devoción. No entendían.
Una humanidad que no nació o pidió ser una carga social. Ellos tenían dignidad en sus pueblos, pero hasta la naturaleza les jugaba en contra.
En fin, me convencí que la pobreza y la necesidad es parte de los desafíos que enfrenta la humanidad y qué tal como se plantea en la obra cada uno desde su realidad desarrolla anticuerpos que le da la fortaleza para enfrentarlos.
No será la lástima o la caridad la que ponga fin a una tritse realidad que sí puede ser transformada por quienes tienen el poder pero que esta comprobado la ceguera del mal no lo permitirá.