Aracelis Leoteauopinion@prensa.com
Desde hace un tiempo he estado dando seguimiento a la polémica de la venta de lotería en nuestro país. Y lejos de definir una posición a favor o en contra de los vendedores de chances y billetes, deseo llamar la atención sobre la necesidad de modernizar el sistema de ventas y el fin de la grosería y el maltrato a que son sometidos los consumidores.
Hoy en día, en muchos países del mundo, la venta de lotería está organizada a través de agencias, que a su vez se diseminan en pequeños puntos de ventas.
La experiencia más cercana que me permite plantear esta necesidad de modernización, fue la que conocí en Chile, donde la venta de lotería está ordenada de tal forma que el cliente puede comprar los boletos de los diferentes juegos de azar que existen, en cualquier supermercado, quiosco y hasta panaderías o refresquerías.
Como ven, el “billetero” como tal no existe. Sé que al plantear esta opción podría pensarse que sería el fin de la única fuente de ingreso de muchas familias; sin embargo, esto puede ser previsto y gestionado de tal manera que los billeteros que hoy forman parte de un sistema que, según ellos, no les conviene, puedan participar del cambio y salir beneficiados con un salario fijo, seguro social y los demás beneficios que el Código Laboral ofrece a los trabajadores panameños.
Aquí le tocará a la institución proponer una reestructuración en cuanto al sistema de venta, en el que los billeteros pasarán a ser funcionarios de la Lotería y no vendedores independientes con un pequeño porcentaje de ganancia. Ahora bien, sobre el trato, o en este minuto maltrato, a que son sometidos los compradores de lotería, debo decir que se hará necesaria una capacitación intensa sobre la atención al cliente, porque claramente el problema no se limita a un asunto de insatisfacción de los billeteros con su contraparte la Lotería Nacional de Beneficencia, aquí hay un tema de “educación”, entiéndase amabilidad y cortesía.
¿Quién en Panamá, no ha sufrido insultos, malas caras a la hora de comprar un chance o un billete por el simple pecado de elegir un número bajo? Hasta llegan a ignorar al comprador cuando osa preguntar “¿por qué tengo que comprarlo casado?”
De no tomarse una solución pronta a este problema, lo único que se va a conseguir es crear más desgano en el comprador, que seguirá prefiriendo el servicio ilegal de las “casas grandes”, donde es más probable que encuentre su número favorito sin caras ni groserías.
Ojo, aclaro que así como hay billeteros groseros, hay quienes con su buena vibra son capaces de cambiar esa percepción negativa que muchas veces se tiene de ellos; lástima que hasta encontrarlos sea un golpe de suerte.
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