Es un espacio creado para poner en común una perspectiva social, política y cultural, que a través de la opinión, logre aportar a la construcción de una sociedad mas justa y equilibrada.
martes, 28 de junio de 2011
jueves, 23 de junio de 2011
Twitter y la política
La esfera pública es el escenario en el que se desarrolla el debate ciudadano y del que pueden surgir ideas y opiniones capaces de enriquecer el contenido de las discusiones de interés común.
Así la concibe el sociólogo alemán Jurgen Habermas, quien analiza con preocupación la reducción de esos espacios de debate debido al posible colapso –en la era de las nuevas tecnologías– de los medios de comunicación tradicionales.
La inquietud que plantea Habermas se hace cada vez más vigente cuando observamos cómo el desarrollo de las redes sociales ha reorientado los espacios en que se desliza el debate público. Eso nos plantea, además, la disyuntiva de participar o permanecer como simples espectadores.
En nuestro país el tema ya fue objeto de investigación y análisis. En abril pasado el diario La Prensa publicó los resultados de la encuesta de Unimer, que reveló que el 21% de los panameños considera que las redes sociales les permiten decir cosas que de otro modo no expresarían.
Ese dato específico nos lleva a un interesante análisis sociológico relacionado con el escenario político que empieza a vislumbrarse en el contexto de una adelantada campaña electoral y el debate público que trae aparejada.
Hace poco, la red social Twitter se convirtió en el escenario público del debate, por el tema de la corrupción, entre el presidente Ricardo Martinelli y el expresidente Martín Torrijos.
Tomando la debida distancia del contenido del debate entre ambos líderes políticos, que al final se reduce a argumentos acerca de qué administración es o fue menos corrupta, podemos plantear dos enfoques.
Primero, la comodidad que ofrece la red social Twitter para expresar sin ambages nuestra forma de pensar sobre un tema. Y si se trata de la política, hacer público lo que consideramos está tratando de esconderse. Segundo, la capacidad que se debe tener para reducir en forma precisa nuestra posición en tan solo 140 caracteres.
En el caso específico de Twitter, la referida encuesta concluyó que, aunque está situado en el segundo lugar entre las redes sociales más populares en el país –solo superada por Facebook–, actualmente 181 mil panameños lo utilizan y la cifra va en aumento.
Ese resultado indica que la red de microblogging, además de permitir a sus usuarios compartir mensajes y hacer posible que personas con intereses afines puedan reunirse de manera inmediata, también sitúa el escenario político en una perspectiva sociológica de interacción simbólica. De allí entonces la importancia de que tanto políticos como ciudadanos tengan a su alcance una herramienta para dar sentido y significado a sus ideas y ser capaces de crear y recrear una realidad social en forma interactiva instantánea.
Al final de cuentas, el político o figura pública que no tenga clara esta perspectiva corre el riesgo de fallar en los 140 caracteres que determinarán la cantidad de seguidores o votantes que respaldarán sus propuestas.
Así la concibe el sociólogo alemán Jurgen Habermas, quien analiza con preocupación la reducción de esos espacios de debate debido al posible colapso –en la era de las nuevas tecnologías– de los medios de comunicación tradicionales.
La inquietud que plantea Habermas se hace cada vez más vigente cuando observamos cómo el desarrollo de las redes sociales ha reorientado los espacios en que se desliza el debate público. Eso nos plantea, además, la disyuntiva de participar o permanecer como simples espectadores.
En nuestro país el tema ya fue objeto de investigación y análisis. En abril pasado el diario La Prensa publicó los resultados de la encuesta de Unimer, que reveló que el 21% de los panameños considera que las redes sociales les permiten decir cosas que de otro modo no expresarían.
Ese dato específico nos lleva a un interesante análisis sociológico relacionado con el escenario político que empieza a vislumbrarse en el contexto de una adelantada campaña electoral y el debate público que trae aparejada.
Hace poco, la red social Twitter se convirtió en el escenario público del debate, por el tema de la corrupción, entre el presidente Ricardo Martinelli y el expresidente Martín Torrijos.
Tomando la debida distancia del contenido del debate entre ambos líderes políticos, que al final se reduce a argumentos acerca de qué administración es o fue menos corrupta, podemos plantear dos enfoques.
Primero, la comodidad que ofrece la red social Twitter para expresar sin ambages nuestra forma de pensar sobre un tema. Y si se trata de la política, hacer público lo que consideramos está tratando de esconderse. Segundo, la capacidad que se debe tener para reducir en forma precisa nuestra posición en tan solo 140 caracteres.
En el caso específico de Twitter, la referida encuesta concluyó que, aunque está situado en el segundo lugar entre las redes sociales más populares en el país –solo superada por Facebook–, actualmente 181 mil panameños lo utilizan y la cifra va en aumento.
Ese resultado indica que la red de microblogging, además de permitir a sus usuarios compartir mensajes y hacer posible que personas con intereses afines puedan reunirse de manera inmediata, también sitúa el escenario político en una perspectiva sociológica de interacción simbólica. De allí entonces la importancia de que tanto políticos como ciudadanos tengan a su alcance una herramienta para dar sentido y significado a sus ideas y ser capaces de crear y recrear una realidad social en forma interactiva instantánea.
Al final de cuentas, el político o figura pública que no tenga clara esta perspectiva corre el riesgo de fallar en los 140 caracteres que determinarán la cantidad de seguidores o votantes que respaldarán sus propuestas.
sábado, 18 de junio de 2011
Día del español
Hoy en el día del español, el idioma con el aprendí a comunicarme desde que estaba en vientre de mi madre, le rindo homenaje a través del poema "Las palabras", de Pablo Neruda. Este poema me hace vivir, estremecer, soñar, recordar, en fin, todo lo que uno puede disfrutar a través de nuestro idioma:
Dsifrútenlo:
Todo lo que usted quiera, si señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan... Me prosterno ante ellas... Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito... Amo tanto las palabras... Las inesperadas... Las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen... Vocablos amados... Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío... Persigo algunas palabras... Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema... Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas... Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto... Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola... Todo está en la palabra... Una idea entera se cambia porque una palabra se transladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció... Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces... Son antiquísimas y recientísimas... Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada... Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos... Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo... Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas... Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra... Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes... el idioma. Salimos perdiendo... Salimos ganando... Se llevaron el oro y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos dejaron todo... Nos dejaron las palabras.
Dsifrútenlo:
Todo lo que usted quiera, si señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan... Me prosterno ante ellas... Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito... Amo tanto las palabras... Las inesperadas... Las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen... Vocablos amados... Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío... Persigo algunas palabras... Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema... Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas... Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto... Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola... Todo está en la palabra... Una idea entera se cambia porque una palabra se transladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció... Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces... Son antiquísimas y recientísimas... Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada... Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos... Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo... Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas... Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra... Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes... el idioma. Salimos perdiendo... Salimos ganando... Se llevaron el oro y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos dejaron todo... Nos dejaron las palabras.
domingo, 12 de junio de 2011
Embracing our common humanity
Escuchar a Bill Clinton, uno de los hombres más influyentes de la época, hablar sobre los desafíos inmediatos que tiene en común la humanidad, fue una experiencia reveladora y oportuna para Panamá.
El ex mandatario norteamericano no sólo planteó de forma magistral los retos globales que encabezan la lista de preocupaciones en el mundo, como el cambio climático, la pobreza y el desarrollo económico, también habló de la forma de enfrentarlos.
Clinton, diez años después de su mandato, ha trabajado desde su Fundación en diferentes países y regiones del mundo donde hay necesidad de encontrar el camino al desarrollo de los pueblos. Por ello hoy con la propiedad de siempre, quizás más desarrollada, entrelazó magistralmente cada uno de estos temas, dejando clara su interconexión desde la realidad local a la global.
Es así como empieza armarse y disfrutarse el relato de “Embrancing our common humanity”.
Maravillado por lo que había visto de Panamá: el Canal, el Casco Viejo y todo el desarrollo comercial, nos cuenta que acaba de regresar de Brasil, donde se está desarrollando un mega proyecto que impactará positivamente en los sectores más olvidados. También, hace referencia a su trabajo en Haití, y dice que, lo que allí sucede, no es ni la mitad de lo que nos imaginamos.
Clinton deja claro, en esta primera parte de la conferencia, cómo desde una cosmovisión podemos observar todo aquello que nos hace iguales y diferentes al mismo tiempo.
Por ejemplo, Clinton nos veía como diferentes, cuando observaba tanta agua dulce haciendo funcionar exitosamente un Canal como el de Panamá, mientras, recordaba que en Haití había gente que moría porque no contaba con este recurso. Diferentes, cuando se enteraba que en Panamá los niños tienen acceso a internet gratis en cualquier parte, pero recordaba, que en Brasil, todavía hay niños que no gozan de los beneficios de una de las economías más fuertes del continente.
Pero, somos iguales o parecidos cuando analizamos los sistemas sobre los cuales funciona todo aquello que hace posible que estos países estén en las condiciones en las que se encuentran.
Clinton es categórico al señalar que es en los sistemas donde está la clave del éxito o el fracaso. Explica, que si no hacemos una evaluación de cómo está funcionando nuestro sistema, o asumir que puede ser hora de renovarlo, vamos a ir directo a la crisis, tal y como ocurrió en Estados Unidos hace cuatro años con la crisis financiera que afecto incluso a Europa.
En algunos casos, hay que preguntarse si realmente se cuenta con un sistema, como en el caso de Haití, donde ya ha quedado comprobado que no, y por ello no se avanza en la recuperación de los estragos del terremoto y ahora último el cólera. Haití es quizás el ejemplo más claro de la reflexión sobre la necesidad de contar con sistemas sólidos y renovados, dice Clinton.
El desafío más urgente que asecha al mundo en este momento, es el cambio climático. El mundo cambió, sentencia, y no podemos estar ajenos a que un desastre natural eche por tierra cualquier desarrollo económico que se haya conseguido exitosamente.
Este último punto, estuvo acompañado de un mensaje dirigido específicamente a las economías emergentes como China y Panamá. Clinton dijo estas naciones, en especial, deben prepararse para enfrentar este desafío con sistemas blindados que protejan y garanticen el desarrollo logrado.
El ex mandatario norteamericano, dice que la tarea consiste en lograr responder la pregunta de cómo se va a lograr conseguir ese sistema fuerte que podrá combatir el cambio climático, la pobreza y la mala distribución de la riqueza.
Por ahora la única forma que hay, y en la que la mayoría coincidimos, es a través de la educación, nos dijo.
El ex mandatario norteamericano no sólo planteó de forma magistral los retos globales que encabezan la lista de preocupaciones en el mundo, como el cambio climático, la pobreza y el desarrollo económico, también habló de la forma de enfrentarlos.
Clinton, diez años después de su mandato, ha trabajado desde su Fundación en diferentes países y regiones del mundo donde hay necesidad de encontrar el camino al desarrollo de los pueblos. Por ello hoy con la propiedad de siempre, quizás más desarrollada, entrelazó magistralmente cada uno de estos temas, dejando clara su interconexión desde la realidad local a la global.
Es así como empieza armarse y disfrutarse el relato de “Embrancing our common humanity”.
Maravillado por lo que había visto de Panamá: el Canal, el Casco Viejo y todo el desarrollo comercial, nos cuenta que acaba de regresar de Brasil, donde se está desarrollando un mega proyecto que impactará positivamente en los sectores más olvidados. También, hace referencia a su trabajo en Haití, y dice que, lo que allí sucede, no es ni la mitad de lo que nos imaginamos.
Clinton deja claro, en esta primera parte de la conferencia, cómo desde una cosmovisión podemos observar todo aquello que nos hace iguales y diferentes al mismo tiempo.
Por ejemplo, Clinton nos veía como diferentes, cuando observaba tanta agua dulce haciendo funcionar exitosamente un Canal como el de Panamá, mientras, recordaba que en Haití había gente que moría porque no contaba con este recurso. Diferentes, cuando se enteraba que en Panamá los niños tienen acceso a internet gratis en cualquier parte, pero recordaba, que en Brasil, todavía hay niños que no gozan de los beneficios de una de las economías más fuertes del continente.
Pero, somos iguales o parecidos cuando analizamos los sistemas sobre los cuales funciona todo aquello que hace posible que estos países estén en las condiciones en las que se encuentran.
Clinton es categórico al señalar que es en los sistemas donde está la clave del éxito o el fracaso. Explica, que si no hacemos una evaluación de cómo está funcionando nuestro sistema, o asumir que puede ser hora de renovarlo, vamos a ir directo a la crisis, tal y como ocurrió en Estados Unidos hace cuatro años con la crisis financiera que afecto incluso a Europa.
En algunos casos, hay que preguntarse si realmente se cuenta con un sistema, como en el caso de Haití, donde ya ha quedado comprobado que no, y por ello no se avanza en la recuperación de los estragos del terremoto y ahora último el cólera. Haití es quizás el ejemplo más claro de la reflexión sobre la necesidad de contar con sistemas sólidos y renovados, dice Clinton.
El desafío más urgente que asecha al mundo en este momento, es el cambio climático. El mundo cambió, sentencia, y no podemos estar ajenos a que un desastre natural eche por tierra cualquier desarrollo económico que se haya conseguido exitosamente.
Este último punto, estuvo acompañado de un mensaje dirigido específicamente a las economías emergentes como China y Panamá. Clinton dijo estas naciones, en especial, deben prepararse para enfrentar este desafío con sistemas blindados que protejan y garanticen el desarrollo logrado.
El ex mandatario norteamericano, dice que la tarea consiste en lograr responder la pregunta de cómo se va a lograr conseguir ese sistema fuerte que podrá combatir el cambio climático, la pobreza y la mala distribución de la riqueza.
Por ahora la única forma que hay, y en la que la mayoría coincidimos, es a través de la educación, nos dijo.
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