La Jornada mundial
de la juventud 2019 en Panamá nos deja grandes lecciones para una real
conversión independiente de la religión que profesemos.
La primera de
ellas es la confirmación de la posibilidad de celebrar juntos la espiritualidad
que une a lo seres humanos, especialmente a los jóvenes a quienes la mayoría de
las veces solo se descalifica.
Esa juventud pudo
decirle al mundo, que son acción, movimiento, que son capaces de “hacer lío”
(parafraseando al Papa) donde su espiritualidad los llame.
A nuestro país
especialmente, le dio la oportunidad de probarnos una vez más. Recibir, acoger
peregrinos de distintas partes del mundo, así como, organizar un evento de esta
magnitud lleva una carga de responsabilidad mayor.
23/1/19
El panameño de a
pie no podía creer lo linda que estaba la ciudad, lo organizada que se veía
desde una semana antes. Quedó demostrado, una vez más que sí podemos. Unimos al
mundo una vez más. Asumimos la misión, de ser puente del mundo y corazón del
universo una vez más.
Más de 170 mil
visitantes aproximadamente fueron testigos de los atributos de un país alegre y
sobre todo amigable en sus servicios y hospitalidad. Esa es la principal
ganancia.
Fue esa
hospitalidad, que, acompañada de hermosos días de verano, la que hizo posible brindar
el escenario perfecto para que un mensaje sencillo, amigable, pero sobre todo
motivador, se esparciera por todo Panamá y el mundo.
Panamá con todos
sus contrastes, desde los rascacielos modernos con una Cinta Costera adecuada
para cada una de las actividades programadas, hasta la humildad de los
residentes de comunidades populares como Las Garzas, en Pacora, que no dudaron
en expresar su fe y alegría por el encuentro con el Papa Francisco, fueron los
atributos tangibles e intangibles que hicieron que la imagen de nuestro país quedara
en el top of mind del mundo.
Por otro lado, no
podemos dejar de mencionar como la imagen de la iglesia se refrescó
indiscutiblemente, con la gracia del Papa Francisco, que conectó
espontáneamente con todo aquel que anhelaba verlo, escucharlo y hasta tocarlo.
El Papa Francisco
supo hablarle a cada audiencia, especialmente a los jóvenes por supuesto.
Adecuar la imagen de Virgen María como la influencer que cada uno debe aspirar
a convertirse, fue compartir la palabra y dejar la enseñanza en mismo lenguaje y realidad de la
juventud.
Los medios de
comunicación por su parte cumplieron con la función de crear, construir y
mantener un ambiente de solidaridad, espiritualidad y gozo al transmitir cada
evento.
La JMJ sirvió para
abrir el debate religioso en un ambiente realmente espiritual. Al final las
palabras del Papa permitieron elevar dicho debate a la responsabilidad que como
individuos tenemos al hacernos cargo de la forma en que ponemos en práctica esa
creencia que defendemos como buena. ¿Lo hacemos realmente? ¿Cómo lo hacemos? Me
encanta cuando un encuentro me deja preguntas porque me invita a la reflexión
constante.
Todos sacamos 10
de 10, por ende, todos, Panamá y el mundo, debe aprovechar cada palabra, cada
mensaje, cada muestra de gratitud que nos deja la jornada mundial de la
juventud.
Panamá y el mundo deben
aprovechar este gran encuentro espiritual para renacer en lo que nos une, que
no es más que el amor de Jesús.
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